La violencia en Guatemala ha alcanzado niveles alarmantes. Según cifras del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), más de 1,051 personas han muerto en hechos armados en lo que va de 2025, únicamente en el departamento de Guatemala. Con estas cifras, el presente año ya se perfila como el más violento de la última década.
Solo este martes 26 de agosto se registraron siete ataques armados en diferentes puntos de la capital y municipios cercanos, confirmando una tendencia de repunte en la criminalidad.
El pasado fin de semana, en un lapso de apenas 10 horas, se contabilizaron ocho incidentes armados que dejaron varios fallecidos y heridos. Estos hechos reflejan un patrón de violencia sostenida que golpea de manera constante a la población.
Una escalada sin freno
El aumento de ataques armados —muchos de ellos vinculados a extorsiones, asaltos y disputas criminales— ha convertido al 2025 en el año más sangriento de los últimos diez años.
El dato es contundente: más de un millar de muertes en menos de nueve meses, tan solo en el departamento de Guatemala, lo que muestra la dimensión de una crisis que el Estado no ha logrado contener.