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WhatsAppEn un encuentro marcado por el juego brusco, pérdidas de tiempo constantes y un polémico arbitraje costarricense, la selección de El Salvador sorprendió y venció por la mínima a Guatemala en condición de visita. El conjunto salvadoreño aplicó un estilo defensivo extremo, cargado de faltas y tácticas dilatorias, que terminó por desestabilizar a la escuadra chapina, amplia favorita en la previa del encuentro.
Desde los primeros minutos del partido disputado en suelo guatemalteco, la selección de El Salvador mostró un estilo de juego basado en interrupciones constantes, fuerte contacto físico y un planteamiento totalmente defensivo, al que muchos califican como “fútbol ratonero”. La falta de control por parte del cuerpo arbitral —una cuarteta proveniente de Costa Rica— permitió que los visitantes recurrieran sistemáticamente a las faltas sin recibir sanciones proporcionales.
Una de las acciones más cuestionadas ocurrió al minuto 25 de la primera parte, cuando el jugador guatemalteco Esteven Robles fue víctima de una dura entrada que lo obligó a salir del terreno de juego por lesión. A pesar de la gravedad de la falta, no se mostró tarjeta alguna, lo que encendió la molestia del cuerpo técnico y la afición local.
Durante la primera mitad, El Salvador mantuvo una presión alta en los primeros minutos, inquietando el arco chapín. Sin embargo, conforme avanzaron los minutos, Guatemala logró equilibrar el juego, aunque no pudo generar jugadas claras debido a la constante interrupción provocada por las entradas fuertes y la defensa cerrada del conjunto dirigido por el técnico colombiano Hernán Darío «Bolillo» Gómez.
En la segunda parte, el patrón del partido se mantuvo. Guatemala mejoró ofensivamente y logró aproximaciones peligrosas gracias a los cambios tácticos introducidos por el técnico Luis Fernando Tena, pero nunca encontró el camino al gol. La selección salvadoreña, por su parte, se replegó aún más, colgándose del arco e interrumpiendo el ritmo con simulaciones de lesiones y demoras excesivas en cada reanudación.
El gol salvadoreño llegó tras un tiro de esquina, donde la zaga guatemalteca perdió la marca y permitió la única anotación del partido. Tras el tanto, El Salvador cerró completamente filas y llevó al extremo su estrategia de pérdida de tiempo. En cada jugada, un jugador caía al suelo por varios minutos, y pese a ello, el árbitro central nunca repuso adecuadamente el tiempo perdido.
El planteamiento de El Salvador —basado en patadas, juego trabado y una defensa ultraconservadora— terminó dando resultado gracias a la permisividad del cuerpo arbitral, lo que dejó un sabor amargo en la afición guatemalteca que esperaba una victoria clara en casa.