El secretario de Salud de EE. UU., Robert F. Kennedy Jr., junto con el Presidente Donald Trump y otros funcionarios, advirtieron sobre una posible relación entre el uso de paracetamol (acetaminofén) durante el embarazo y un aumento en los casos de autismo y TDAH. Citando estudios recientes, las autoridades consideran que existen pruebas suficientes para emitir nuevas advertencias sobre su uso en mujeres embarazadas. Sin embargo, la comunidad científica sigue dividida ante esta polémica declaración.
El pasado 22 de septiembre, el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., anunció en conferencia oficial que el gobierno estadounidense evaluó nueva evidencia científica que vincularía el uso de paracetamol durante el embarazo con un mayor riesgo de trastornos del desarrollo neurológico, especialmente autismo y TDAH. Kennedy indicó que, si bien la genética podría influir en algunos casos, el crecimiento alarmante en la prevalencia de estos diagnósticos apunta a un factor ambiental tóxico como posible desencadenante.
Entre los estudios citados por el gobierno se encuentra una investigación de 2019 realizada por la Universidad de Boston y la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, la cual analizó muestras de plasma del cordón umbilical y concluyó que la exposición intrauterina al paracetamol aumentaba el riesgo de que los niños desarrollaran autismo o TDAH.
A estas evidencias se suma una revisión científica publicada en 2025, liderada por el Dr. Andrea Baccarelli, decano de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard. El equipo de Baccarelli concluyó que existe «evidencia consistente con una asociación entre la exposición al paracetamol durante el embarazo y una mayor incidencia» de trastornos del desarrollo neurológico en la infancia.
A pesar del respaldo de estas investigaciones, varios expertos han cuestionado la solidez de los hallazgos. En particular, un estudio sueco de 2024, que analizó los registros médicos de casi 2.5 millones de niños, no encontró evidencia concluyente que vincule el uso de paracetamol en el embarazo con el desarrollo de autismo o TDAH. Los científicos detrás de este estudio afirman que la asociación encontrada en otros trabajos puede deberse a factores de confusión no controlados, como predisposición genética, condiciones de salud materna o uso simultáneo de otros medicamentos.
Por su parte, la Sociedad Americana del Autismo sostiene que el aumento en los diagnósticos de autismo se debe, en gran medida, a una ampliación de los criterios clínicos y a una mayor concienciación médica y social sobre el trastorno, lo que ha permitido identificar más casos que antes pasaban desapercibidos.
Sin embargo, la tendencia es innegable: según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), en 2022 uno de cada 31 niños fue diagnosticado con autismo, una cifra drásticamente mayor que la de 2002, cuando el diagnóstico afectaba a uno de cada 150 niños. El presidente Donald Trump también se refirió al tema, afirmando que un aumento tan abrupto sólo puede explicarse por un «elemento artificial» en el entorno.
Aunque persisten desacuerdos dentro de la comunidad científica, el gobierno estadounidense ha optado por adoptar una postura preventiva frente al uso del paracetamol durante el embarazo. Esta decisión resalta la creciente preocupación por el impacto de ciertos medicamentos en el desarrollo neurológico infantil, y podría motivar futuras regulaciones sanitarias. Mientras tanto, se mantiene la exigencia de mayor transparencia y profundidad en las investigaciones sobre los verdaderos orígenes de estos trastornos que afectan cada vez a más familias.