Exintegrantes de Semilla impulsan ley para convertir en universal el aporte al adulto mayor: ¿populismo reempaquetado?

Diputados afines a Samuel Pérez, quienes anteriormente integraron la ahora cancelada bancada del partido Movimiento Semilla, presentaron una nueva iniciativa de ley que busca establecer un aporte económico universal para todos los adultos mayores del país. Pese a que en el pasado criticaron el mismo programa por considerarlo «clientelar y populista», ahora lo promueven con modificaciones que aumentan su alcance y trasladan su administración al Ministerio de Desarrollo.

La iniciativa propone que todas las personas mayores de 65 años reciban mensualmente Q500, independientemente de su condición económica o social. A diferencia del programa actual, que es manejado por el Ministerio de Trabajo, la propuesta contempla trasladar su administración al Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).

Este mismo programa fue duramente criticado por los ahora proponentes cuando fue impulsado por gobiernos anteriores. En particular, durante la administración del expresidente Alejandro Giammattei, cuando se incrementó el aporte de Q400 a Q500, los entonces diputados de Semilla acusaron al gobierno de utilizarlo como mecanismo de compra de votos y beneficio partidista en favor de Vamos.

Hoy, bajo un discurso de «universalización de derechos», los impulsores pretenden implementar la misma fórmula con un alcance aún mayor, lo que ha generado severas críticas desde sectores analistas y opositores.

Reacciones y críticas

Los diputados del partido Raíces, integrado por exmiembros de la sociedad civil y opositores a la vieja política, catalogaron esta nueva propuesta como «populismo reempaquetado», acusando a los firmantes de buscar una base clientelar con miras a fortalecer su nuevo proyecto político, actualmente en fase de conformación tras la cancelación del partido Semilla por parte del Tribunal Supremo Electoral.

Además, analistas políticos consultados señalan la contradicción ideológica de los impulsores, quienes en el pasado rechazaban los programas asistencialistas pero que ahora replican el modelo que antes condenaban, con el agravante de buscar su institucionalización bajo una narrativa progresista.